INSPIRACIÓN

Mujeres Viajeras

QUE HICIERON HISTORIA

El mundo está lleno de grandes mujeres que rompieron los estereotipos de su época y de su entorno y se lanzaron a experimentar por sí mismas los relatos de viajes que aparecían en sus libros y mapas. Viajeras incansables, escritoras de aventuras, exploradoras por tierra, mar y aire pero sobre todo corazones inquietos que nunca dejaron de luchar por sus sueños: recorrer el mundo entero. 

Constance Frederica “Eka” Gordon-Cumming

(1837-1924)

Nacida en Escocia a principios del siglo XIX, Eka fue una increíble escritora de viajes, además de pintora, que recorrió gran parte del mundo documentando todo aquello que vivía. Proveniente de una familia adinerada, muchos de sus parientes cercanos eran viajeros, lo que probablemente influyó en su personalidad. Sin embargo, y a pesar de haber viajado a lugares cercanos a su hogar, no sería hasta los 31 años que su pasión por viajar le marcó la vida, cuando viajó por primera vez a la India donde permanecería durante un año entero.

 

 

Aprendió a pintar sola, de manera autodidacta, realizando más de mil acuarelas a lo largo de su vida que reflejaban los paisajes de lugares como Australia, Nueva Zelanda, China o Japón. En Hawai escribiría una de su obras más famosas: Fuentes de fuego: el reino de Hawái además de ser una de las primeras artistas del mundo en pintar los volcanes activos. Como muchas mujeres avanzadas a su tiempo, recibió muchísimas críticas de los escritores masculinos de la época quienes consideraban que sus escritos no merecían mucho la pena. Aún así, nunca dejó de escribir sobre sus viajes llegando a publicar más de 20 obras sobre sus experiencias por el mundo. Algunas de las más conocidas son At Home in Fiji  y A Lady’s Cruise on a French Man-of-War.

 

Harriet Chalmers Adams

(1875-1937)

Nacida un 23 de octubre de 1875 en California (Estados Unidos), Harriet tuvo una apasionante vida llena de aventuras y desafíos que la llevaron a recorrer América del Sur, Asia y Oceanía en numerosas ocasiones. Exploradora, escritora y fotógrafa, publicó más de 20 artículos sobe sus viajes en la revista de la National Geographic Society y fue la única mujer a la cual se le permitió visitar las trincheras francesas en plena Segunda Guerra Mundial.

 

Sin embargo, a pesar de ser una de las grandes exploradoras estadounidenses de toda la historia no le permitieron entrar en el selecto Club de Exploradores (que no admitiría mujeres hasta 1981) así que, junto a otras increíbles mujeres de la época, fue una de las fundadoras de la Society of Woman Geographers (Sociedad de Mujeres Geógrafas): una organización fundada en Estados Unidos en 1925 para promover la investigación y la exploración realizada por mujeres con el objetivo de proporcionarle un espacio donde exponer sus ideas y trabajos, puesto que en aquella época eran excluidas de prácticamente todas las organizaciones profesionales. 

Amelia Mary Earhart

(1897-1937)

Es una de mis viajeras favoritas y es que esta mujer tan increíble luchó por su sueño hasta que lo consiguió: ser piloto de aviones. Nacida en Kansas en 1897, no tuvo una infancia corriente pues la inestabilidad laboral y los problemas con el alcohol de su padre la llevaron a cambiar de domicilio en numerosas ocasiones. Aún así, Amelia era una niña activa y con grandes inquietudes, y a pesar de las dificultades y los obstáculos que fueron surgiendo en su vida, consiguió convertirse en piloto de aviones ¡y no una piloto cualquiera! No solo conseguiría varios récord Guinness de aviación sino que se convertiría en la primera mujer en hacer un vuelo solitario en el Atlántico en 1932.

 

 

Pero hubo un sueño que no consiguió cumplir, dar la vuelta al mundo: a pesar de su perseverancia y de su lucha (llegó a enfermar de disentería en plena travesía), después de más de 35000 km volados su avión se perdió cuando atravesaba el Océano Pacífico y nunca más se supo de ella ni de su acompañante. En una de las cartas que le enviaba con frecuencia a su marido, escribió: «Por favor debes saber que soy consciente de los peligros, quiero hacerlo porque lo deseo. Las mujeres deben intentar hacer cosas como lo han hecho los hombres. Cuando ellos fallaron sus intentos deben ser un reto para otros».

Isabelle Eberhardt

(1877 – 1904)

Esta escritora y exploradora suiza, nacía en Ginebra en 1877 y a pesar de pertenecer a una familia numerosa (y un tanto atípica) le proporcionaron una buena educación. Isabelle hablaba 7 idiomas: francés, ruso, italiano, alemán, latí, griego y árable clásico, y estudió el Corán con su padre.

 

Su fascinación por Oriente comienza desde muy pequeña y después de la muerte de sus padres, decide convertirse al islam y vivir bajo la cultura árabe haciéndose llamar Si Mahmoud Essadi y vistiendo como un hombre (costumbre que ya venía ejerciendo desde niña, ya que creía que así disfrutaba de mayores libertades). Viajó por todo Oriente y conoció numerosos países sobre los que escribiría en varios libros y periódicos franceses como Algeria, Marruecos o Túnez.

Louise Eugénie Alexandrine Marie David

(1868 – 1969)

Esta maravillosa mujer no solo fue una viajera incansable sino que durante su vida también fue cantante de ópera, orientalista, periodista, escritora y exploradora. Nacida en Saint-Mandé (Francia) en una familia acomodada, creció entre ideas anarquistas y también feministas, lo que la llevó a escribir su primer libro, un ensayo titulado “Pour la Vie” (Elogio a la vida, en español).

 

 

Gracias a la música viajó por diferentes países como Grecia o Túnez pero si hubo un país que la marcó por completo ese fue la India: un viaje que debería haber sido de 18 meses y que se convirtió en 14 años reflejados en su libro La India en qué viví. En 1912 conseguió cumplir otro de sus sueños además de un hito en la historia: conocer al Dalai Lama, cosa realmente complicada pues él se negaba a conceder audiencias a mujeres extranjeras. Sin embargo, su periplo más grande llegaría en 1924 cuando tras años de numerosos intentos fallidos y después de más de 2000 km a pie por el Himalaya, se convirtió en la primera mujer occidental en entrar a la capital del Tíbet: Lasha. Una aventura que describiría en su libro más famoso Viaje a Lhasa.

 

 

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